Se fue el perro que era gato y quedaron las marcas de las mordidas, los arañazos en la espalda, las mariposas muertas, las flores negras, las cornisas vacías y dejaste entrar a la bestia, le mostraste todos tus lugares, impregnó con su olor y caricias cada espacio ,abrió nuevas heridas más profundas, se robó al sol, se raptó a la luna, se comió las sonrisas y te jaló arrancando uno a uno todos tus cabellos, clavo alfileres en tus ojos y sembró en tu piel ese gusano que ahora se devora tu corazón .Ya es hora que lo detengas, sí, así tómalo entre tus manos y aplástalo entre tus dedos, aunque duela, la mire a través del espejo y ahí estaba la bella con el corazón entre sus manos y el gusano seguía comiendo despacito cada trozo, entraba y salía en la carne desgarrando el músculo y haciendo sangrar el tejido ,ella lo miró fijamente y lo quitó de allí, lo puso en su mano derecha y tiró el corazón al basurero, las aves carroñeras se pelearon por los restos, ella seguía sin reaccionar, una extraña luz azul se abría paso en él agujero profundo de su pecho, el gusano seguía en su mano ¡aplástalo! grité, ¡córtalo en pedazos ¡,¡destrúyelo!, ella miró el gusano con ternura, una lágrima cayó en él y comenzó a multiplicarse, esa era la bestia, los hijos de la bestia, se reproducían en el dolor ¡tanto dolor! sin embargo ella volvió a mirarlos con ternura y dijo:-son mis hijos, levantó un puñado los llevo a la boca y comenzó a besarlos, ellos se retorcían y clavaban sus púas venenosas en los labios de ella, y poco a poco ella, se fue transformando en piedra, los gusanos comenzaron a caer, frotando la piedra y dándole brillo. El perro que era gato paso cerca quiso afilar sus uñas y se le quebraron, luego llegó un ángel, la bañó de luz y besos, pero ella no sintió nada, le rogó: ¡sálvame, necesito renacer, sálvame! Gritó más fuerte, el ángel le contestó: para vivir esta vida bella, hay que sanar el interior, entonces supo que estaba sola, sola debía lamer sus heridas, sola curar y cerrar las grietas. Fue entonces que se dió cuenta que estaba muerta y era mejor estar muerta, los muertos no sienten, no sufren, tampoco son felices, los muertos ya no existen, pero no lo saben. Quién la podía salvar? el amor? estaba aturdido en su propio silencio, en su propia muerte, en su propio dolor, no tenía caso, era mejor seguir muerta, tantos hijos muertos había en el camino, tanto dolor desparramado, otras lo habían superado, ella no, ella era terca y necia como la bestia, no iba a matar a sus hijos, ¡ella lo amaba! La bestia también tenía el corazón de piedra decían, pero la bella lo sentía latir dentro suyo , la bestia y su veneno seguían ahí en su hueco, una piedra dentro de otra piedra.
Y el amor? encerrado ,encadenado, atado…no…no había forma de matar ese amor ni siquiera muriendo.