Con la nostalgia de ti prendida al cuerpo me quise refugiar en otro cielo, pero cada estrella musitaba tu nombre, como si le doliera que ahora fueras ausencia.

No sé por qué hay preguntas sin respuestas, no sé por qué se aspira a lo imposible, quizás aspirar a lo posible sea muy poco y el precio de la aventura no seduzca. Por ti aprendí a bailar desnuda en luna llena, por ti arrojé a la calle los cubiertos para devorar con mis manos tus entregas.
No me pidas ahora que silencie el pasado porque él me canta a gritos noche a noche, se instaló hace meses en mi balcón sombrío y pretende regalarme serenatas, pero las serenatas del pasado sólo agrandan la boca de este agujero en mi pecho, así que he cerrado las cortinas con la esperanza de no escuchar ya sus acordes y he subido unos cuantos decibeles al rock de mis sonrisas aun pimpollos, a ver si en un día de lluvia les da por desplegar los pétalos.
No te disfraces de unicornio para volver a seducirme, esta vez no te libraré de la inconciencia de los cazadores ni escribiré cuentos para que no te olviden, y es que ya no eres luz, sino lampara apagada, amordazada por los cortocircuitos y el interruptor de tu monotonía me ha ahuyentado las ganas de encenderte.
Sigue pues la ruta que elegiste que yo atravesaré unos cuantos lagos antes de borrar todos tus besos y tú ya no volverás a poseerme aunque te empeñes en seguirme con la esperanza de volver a clavar en mi territorio tu estandarte. Este territorio ahora es libre, en él los conquistadores terminan siendo conquistados, presas del delirio de mi aroma, dispuestos a renunciar a sus tesoros, pero no deseo piedras, porque por más que las mismas resplandezcan jamás podrán entregar a mi alma aquella porción que tú le arrebataste... ¿la sostienes aún entre tus manos? ¿o saltaste con ella al abismo de tus miedos?
Con la nostalgia de ti prendida al cuerpo me quise refugiar en otro cielo, pero cada estrella musitaba tu nombre, como si le doliera que ahora fueras ausencia.